miércoles, 5 de diciembre de 2012

Consejos y tostadoras



Antes, no antes antes, pero si un poco antes, todos teníamos algún amigo que “sabía de”, al que pedirle consejo cuando íbamos a comprar algo en concreto; Y ante la duda, podíamos confiar en el vendedor del producto elegido, que sabía aconsejarnos de forma adecuada a nuestras necesidades. Pero hoy en día ya no. Vivimos en la era de la información y el consumo, y eso hace que todos sepan de todo y quieran más de lo que ya tienen.

Yo debo de estar algo desfasado porque no me entero de nada y todo me da igual, asi que cuando voy a comprar cualquier cosa de cierto valor, siempre cometo el error de consultar al gran oráculo Goooogle. Y eso no suele dar buen resultado.

Hace un par y pico de años me decidí a comprarme la bicicleta, y con un presupuesto mínimo barajé varias posibilidades, buscando la opinión de expertos en algunos foros especializados en el tema. Craso error. Los más educados me proponían eso de “por 100€ más podrías comprarte…” o “…y luego con una mínima inversión de 200€ la mejoras poniéndole unos… y ya tienes lo mínimo para ir por ahí.” Y yo que no, que no quiero gastarme tanto, que yo quiero una bicicleta que me lleve por caminos y ya está, y entonces me ponían fotos de bicicletas com las que yo estaba barajando, espachurradas en el fondo de un barranco para demostrarme que eso solo es chatarra. Al final, por suerte, un señor sabio me escribió una frase de desprecio que arrojó luz a mi decisión: “Por ese precio, elije a la que más te guste de color”. Y así lo hice.
Pero en la tienda, ya con la bicicleta pagada y en mis manos (con una pequeña rebaja porque era el modelo del año pasado y claro, es una deshonra llevar una bicicleta tan antigua), el vendedor pasó a enseñarme, como si fuera el siguiente paso lógico a seguir y fuera imposible salir a la calle sin ello, una serie de mallots extravagantes de colores naranja, fucsia y verde plutonio enriquecido. Traté de hacerle entender al hombre que para montar en bici no me hacía falta ir disfrazado de Power Ranger pero él no parecía comprenderlo; Finalmente le dije que iba a montar con un pantalón corto y camiseta normal y entró en un estado de catatonia que yo aproveché para largarme de allí.

Asi quería que me fuera de su tienda el cabroncete del dependiente.


Y ahora la historia se repite. Voy a comprarme un ordenador y he cometido el error de meterme en un foro de informáticos a pedir consejo, obteniendo solo palabras de desprecio hacia la máquina que se ajusta a mi presupuesto. La mejor de ellas: “Los videojuegos funcionarán mejor en una tostadora que en ese ordenador”
Pues si. Mis cojones voy a meter en la tostadora.

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