miércoles, 18 de abril de 2012

Hogar (Paternidad parte 15)

En la vida de todo padre, siempre llega el momento en el que este, con su retoño en brazos le susurra aquello de: “Algún día, todo lo que tengo será tuyo.” En esos momentos el niño/a no comprende tales palabras, pero a pesar de eso se lo tomará al pié de la letra.
La más segura e inamovible propiedad de los padres es la casa. El hijo nace y crece en ella y da por supuesto que también es suya. De hecho, no tiene reparos en pronunciar eso de “Esta es mi casa.”; Pero eso no debe importar a los padres; Al fin y al cabo, éstos asumen que el crío debe vivir allí con ellos. El problema surge cuando el niño se convierte en adulto y sigue considerando que esa es su casa. Y eso es algo que hay que impedir a toda costa. El hijo no sabe nada de la cantidad de sudor y sangre (literalmente) que sus padres han derramado para poder comprar la vivienda, hacerla habitable y poder pagar regularmente la hipoteca. Lo que pasa es que al niño/adulto no puede reprochársele esto porque él ni siquiera habrá nacido cuando todo esto sucedía. ¿Qué hacer entonces? Tirar al hijo a la calle justo después de soplar las velas de su 18 cumpleaños no parece demasiado ético, así que lo mejor es hacerme caso a mi e idear una estrategia que vaya mermando lentamente su voluntad cuando éste todavía es joven e impresionable para que se vaya dando cuenta de que esa NO es su casa y que en cuanto pueda, deberá independizarse como prioridad vital. Todavía es pronto para mi, pero ya he ideado un plan para dentro de unos años.
Año 2024. Mi hija está en el salón con unas amigas de clase (importante que sean chicas en su mayoría) viendo una peli preferiblemente de miedo o drama (jamás de risas). En el momento álgido del film aparezco yo, con 45 años (pero aparentando 60 según se vio en la parte 13 de “Paternidad”, justo en la página anterior), con un batín ocho tallas más pequeño, pantuflas con cabeza de animalito y un huevo asomando por un lateral de mi holgado calzoncillo (prenda que posiblemente ya tenga en mi casa en la actualidad. No soy yo mucho de renovar). Las niñas (estamos hablando de alrededor de 14 años), reaccionarán con horror contenido y mi hija protestará a plena voz por verme aparecer con semejante aspecto. A lo que yo le responderé aquello de: “Voy como me da la gana porque estoy en mi casa.”
Después de eso las amiguitas de mi hija no querrán volver a “su” casa tras haber vivido su particular Día del Testículo y ella deberá comenzar a asumir que a pesar de ser plenamente aceptada en la casa, ése no es su territorio.
En próximos capítulos, quizás, nuevas estrategias igual o incluso menos efectivas para ir ahuyentando a los hijos.
De nada.

3 comentarios:

  1. No sé que pensar de ti ni de tu salud mental sabiendo que ya estás tramando un plan para poder exhibirte a largo plazo ante un grupo de adolescentes entre los que se incluye tu hija. Aún así, y puesto que ya estas decidido te voy a dar un par de consejos.

    Para empezar no has tenido en cuenta que los críos de hoy no son como los de antes, ergo, los críos del mañana tampoco (especialmente, si tenemos en cuenta que del mismo modo que van a aumentar la edad de jubilación, no deben de tardar mucho en plantearse bajar la edad para poder trabajar). Quizás en 2024 tú hija ya tenga la edad legal para para beber, conducir un camión o tomar drogas blandas futuristas (no así votar, por supuesto). Así que deberías plantearte comenzar antes con tus planes perversos.

    En segundo lugar, ten en cuenta que si tu hija lee este blog, tus estratagemas se pueden volver contra ti. Y como para entonces estarás prematuramente envejecido no le resultará difícil. Yo estoy a nada de conseguir echar a mis padres de casa y ni siquiera he tenido que enseñarles un huevo.

    Tenía más cosas que comentar pero cómo no sé si vas a llegar hasta aquí leyendo pues... caca culo teta pis caca culo teta pis caca culo teta pis caca culo teta pis caca culo teta pis caca culo teta pis caca pulo teta pis caca culo teta pis caca culo teta pis.

    Y eso es todo. Espero haberte ayudado.

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    1. Creo que el problema está en tu mente y no en la mia. Yo solo he propuesto el mostrar con naturalidad, en la casa d euno, una imagen de confianza y naturalidad para afianzar la propiedad. Es como cuando los leones se espatarran ante sus congéneres; No lo hacen por exhibicionismo sino para mostrar su estátus dentro de la manada.
      En primer lugar, a mi hija la llevaré a un colegio de monjas del futuro, de esas con rosarios-laser y cofias generadoras de campo mimético. Confio en que la educación religiosa logre retrasar su desarrollo lo suficiente.
      En segundo lugar, voy a decirle tantas veces a la niña que lea el blog, que eso creará un efecto rebote que le hará odiarlo. Además, si sigo con el ritmo semanal de entadas, en el 2024 ve y buscala.
      Y el tercer párrafo te lo respondería pero por estar en mi particular cuaresma anti-penes, no voy a hacerlo. Has tenido suerte.

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  2. Jajaja Ida de olla y lolita que se da por aludida. No te preocupes Lola, que tú ya estabas crecidita cuando tus papás hicieron tú casa, entras en otra categoría. No os creáis nada, el capdemut con su nena se enternece tanto que ella hará lo que le dé la gana, y le pondrá la casa a su nombre cuando cuente con sólo 11 años. Eso sí, me pregunto si cuando la nena esté en casa con amigos chicos tendré que ir yo y enseñar uno de mis magníficos pechos o eso crearía el efecto contrario... También tengo claro que la nena no querrá saber nada del blog, el cansinamiento de capdemut crea un efecto rebote. Doy fe.

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