miércoles, 23 de noviembre de 2011

Los panes y los penes

Hoy me he metido en una de esas páginas de videochats aleatorios, donde te enfocas la webcam al careto y esperas a que aparezca otra persona con la que charlar. Es absurdo, lo sé; Con la cantidad de gente interesante que uno puede encontrarse por la calle y todo eso, pero me ha vencido la curiosidad y el afán de conocer personas de otros países y aprender un poco de su cultura, lengua y forma de vida.
Pero en lugar de eso me he encontrado con una galería interminable de penes ávidos de carne femenina. Como yo de carne femenina estoy mas bien falto, no dejaban de desconectarme a los escasos segundos de conectar y así frenéticamente hasta que he salido de la página.
Asi de pronto me ha venido a la cabeza la depravación que conlleva el anonimato de internet y cómo los hombres se dejan llevar por sus bajos instintos exhibicionistas y otras gilipolleces; Pero entonces he recordado mis dias de juventud en el instituto y me he dado cuenta de que estas cosas han existido siempre. Y ahí va el flashback:
Estaba yo "estudiando" electricidad en el instituto de FP del pueblo; En clase eramos una veintena de tios descerebrados y con un 98% de hormonas en sangre que solo pensabamos en cosas raras relacionadas con el sexo, videojuegos o pelis de ninjas. La clase de prácticas era una gran aula cuyas ventanas traseras daban directamente a las ventanas del instituto de bachillerato en cuyas clases habían unas cosas llamadas chicas a las que nadie conocíamos pero nos atraían como la miel a los osos. Los que estabamos mejor de la cabeza nos limitabamos a mirar tímidamente y saludar de vez en cuando pero algunos otros, bastante más perturbados tomaron por costumbre sacar la polla por la ventana cuando nuestro profesor no miraba y animar a las chicas a enseñar a su vez sus pechos. Ya entonces, al igual que ahora, ninguna enseñó nada.
Y eso me ha llevado a pensar que las cosas, por mucha tecnología o capas de pintura que se les echen encima, no cambian nunca. la condición humana siempre es la misma y al final, se le da el mismo uso a una ventana que a una camara web. Lo único que cambia es la magnitud del acto. En la ventana te vven las personas que caben frente a ella, pero a través de internet, un simple pene puede viajar por todo el mundo. Puede que nunca viajemos a Malasia, a la India o a perú, pero nuestro pene si puede llegar hasta allí aunque solo sea por un segundo. Y no solo eso, no. Un pene navegando por la red mundial se encontrará con otros penes, quien sabe de qué color, tamaño y procedencia y se saludarán en silencio, como solo los penes saben hacer, para después proseguir con su viaje cibernético. Si señores; el futuro no son coches voladores ni visitas extraterrestres; El futuro son penes formados de ceros y unos viajando a la velocidad de la luz.
Como estrellas fugaces.
Lágrimas de los dioses.

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