sábado, 26 de noviembre de 2011

El incidente de Belén (Baltasar pt2)

Melchor y Gaspar estaban sentados a la sombra de un olivo centenario en lo alto de una colina cuando vieron llegar a Baltasar. Éste vestía las ropas propias de un rey: Una túnica con bordados, babuchas de la mas fina calidad y un turbante adornado con un broche enjoyado. Cuando el rey negro vió a sus antiguos compañeros de viaje se sorprendió en sobremanera; Melchor parecía un comando salido de una mala pelicula de Chuc Norris y Baltasar tenía sus ropajes hechos harapos y sostenía en la mano un bastón manchado de sangre.
-Ya veo que la vida no os ha sonreído amigos. Pero decidme... ¿En que podría ayudaros yo para hacerme venir con tanta urgencia?- Dijo Baltasar al llegar ante ellos.
-Estamos jodidos.-Dijo Gaspar.
-Jodidos. -Repitió Melchor sin ánimo.
-Ya veo. No teneis buen aspecto, pero no creo que yo pueda hacer nada por vosotros. Tu sabes, Gaspar, que ya no vivo en este lugar ni en este tiempo.
-¿Pero que está diciendo?- Preguntó Melchor sin entender nada.
-Cuando acabó todo, Dios te maldijo, a mi me concedió el poder de cagar oro y a Baltasar, al ser negro, le concedió la habilidad para viajar en el tiempo.
-Aaahora entiendo.-Respondió màs tranquilo Melchor. -¿Y qué es ahora de tu vida?
-Bueno... yo... estuve viajando hacia el futuro y me instalé en el principio del siglo veintiuno. Me dedico al cine.
-¿Al qué?- Preguntó Melchor.
-Oye, y qué dice la historia de nosotros? - Preguntó Gaspar.
-Es curioso, pero no queda ni rastro de nuestro paso por el mundo.
-¿Y del niño? ¿Que pasará con el futuro rey?
-Mmm... No creo que te gustara el final. Hicieron una peli sobre él hace poco.
-¿Una qué?- Preguntó Melchor, confuso.
-Eso no importa. Decidme qué quereis de mi y veré que puedo hacer.
-Necesitamos que nos escondas. El mundo entero quiere matarme a mi y a los que conmigo están. Llevanos contigo al futuro.
-Eso es una locura.-respondió baltasar algo ofendido. -El don es mio y nunca he intentado llevar a alguien conmigo. Podría ser catastrófico. Además, las cosas no son tan fáciles en el futuro.
-Yo cago oro. No tendríamos problemas de dinero en ninguna época.
-Vosotros no lo entendeis. No se puede llegar de repente al siglo veintiuno con un puñado de mierdas de oro puro y simplemente vivir. Hay unas normas y unos inspectores que vendrían a averiguar de donde ha salido tal fortuna.
-¿Inspectores?- Gritó Melchor levantandose de un salto. -No se como serán esos inspectores, pero como traten de hacer algo... -Entonces sacudió tal patada al tronco del olivo que éste tembló de la raíz hasta la copa y varias olivas maduras cayeron sobre el turbante de Baltasar.
Éste ladeó la cabeza frustrado y al mirar hacia abajo, donde se hallaba la ciudad mas proxima vió a un grupo formado por varias decenas de hombres armados y algunos cientos de ovejas rabiosas que corrian hacia la colina.
-¿Quienes son esos?
-Vienen a matarnos. -Le respondió Melchor sin girarse a mirarlos.
-Pero... nos haría falta una ametralladora para acabar con todos ellos. -Dijo Baltasar, asustado sin palidecer, pues su piel se lo impedía.
-¿Una ametraqué?
-Da igual. No tenemos tiempo, cogedme de las manos.
Y los tres reyes de oriente se cogieron de las manos, como ya hicieran tiempo atrás, antes de comenzar su viaje. Y mientras la turba enfurecida subía con sed de sangre la colina entre gritos, insultos y balidos, una energía desconocida envolvió a las tres figuras y éstas desaparecieron con un chasquido, para no ser vistas nunca más... en su tiempo.

(Epílogo)
Y lo que la historia no llegó nunca a contar fué que los tres reyes desaparecieron, rumbo al siglo 21. El maldito, el por siempre rico y el viajero en el tiempo(o negro, como se le conoce habitualmente). Pero como éste último sospechaba, su habilidad para viajar a través de los milenios no funcionaba correctamente llevando pasajeros y solo le permitió saltar de año en año, teniendo que descansar una noche entera para saltar de nuevo.
Cuenta la leyenda que esa noche, la del 5 al 6 de enero de todos los años, puede verseles en nuestro mundo, buscando un lugar donde descansar para desaparecer de nuevo al dia siguiente y reaparecer al cabo de un año (creo que ya se había entendido pero quiero que esto quede más largo), hasta que lleguen a su destino.
Y así termina la verdadera historia de los tres reyes de oriente.

miércoles, 23 de noviembre de 2011

Fantasmilla

Hallábame yo realizando tareas de reparación y mantenimiento en el tejado de mi casa, cuando vi aparecer por el camino, a un individuo flamélico y desgarbado que, viendome ocupado me preguntó en qué empresa trabajaba y que me permitía tener labor en estos tiempos de miseria y escasez. Contestóle yo que mi trabajo no venía de terceros sino que eran mis propias tareas domçesticas las que realizaba y él, poniendo expresión triste y desolada me dijo que podría hacerlo por mi si le daba 10€, ya que se hallaba sin sustento alguno. Pero no vé usted, le dije yo, que el hecho de estar tal dia como hoy entre semana y a estas horas aquí arreglando mis cosas es señal inequívoca de que me encuentro en la misma situación que usted y que cualquier aportación económicomonetaria solo serviría para empeorar mi situación. A lo que el hombre agachó la cabeza y se marchó con paso lento.
Pero a los minutos de su partida el cielo se ensombreció, un viento frío sopló y una figura pálida de blanca faz y vestimentas apareció ante mí, diciendo ser el fantasma de la navidad. Le comenté que estabamos en noviembre y el fantasma me respondió que la navidad ya había llegado al Corte Inglés y al Carrefur y que los fantasmas no iban a ser menos.
Y de la mano me llevó hasta el hogar de aquél a quien había negado mi socorro para que yo viera cuán lastimera era su vida. Y allí pude ver a dos niños que no tenían videojuegos que introducir en sus PSPs, a una esposa triste por no poder comprar esas botas de piel que tanto necesitaba y un BMW en el almacén sin gasolina que pudiera hacer rugir su motor. Y entre sus cosas vi un teléfono móvil de segunda generación, un diso duro de menos de 500 gigas y joyas de plata. Y díjole yo que eso era realmente triste pero que yo nunca pude tener nada de eso ni siquiera en proyecto y él excusose con argumentos balbuceantes e imprecisos y con voz familiar. Y al estirar de su máscara vi que el fantasma no era otro que el hombre miserable de antes disfrazado de fantoche y yo, lleno de rabia y compasión le dí 10€ por las molestias y quedamos, como un trato de sangre entre hermanos fieles, que si volvía a verle aparecer por mi camino, le daría tal paliza que no sería capaz de reconocerse al mirarse en el espejo.

De esfuerzo y superación

Yo no he sido siempre así. No he sido desde siempre una piltrafa inútil que solo mueve su culo cuando es estrictamente necesario (incendios, inundaciones...) y que de no ser el diafragma un músculo voluntario se dejaría morir de asfixia. No.
Hace ya mucho tiempo yo fuí un chaval preocupado por su forma física, interesado en el deporte y con ansias de esfuerzo y superación.
Desgraciadamente, el destino te tiene agarrado con fuerza por los genitales desde el dia que naces y el mío no ha dejado de apretar y apretar desde que tengo uso de razón, hasta conseguir convertirme en el ser mediocre que ahora soy. Si alguien quiere conocer el punto de ruptura que llevó al chaval ilusionado a abandonar su estilo de vida, solo tiene que seguir leyendo.
Yo tendría 13 o 14 años en esa época y andaba con un grupo de amigos que eran aficionados a la bicicleta de montaña. La cosa comenzó como hobby y lentamente se fué poniendo mas seria hasta que se tornó competición y poco a poco nos fuimos poniendo serios. Yo, como siempre, era el rezagado; el que va el último y hay que esperar porque da pena; el que le cuelga la lengua más que a nadie en las subidas y aprieta el freno temeroso en los descensos. Pero eramos colegas y cada dia nos superabamos un poco y a mi no me importaba la idea de no poder alcanzarles en la vida. Creo que eso se llama positividad o algo asi. Pero los años pasaron y llegó la temida adolescencia con todo lo que ello conlleva; Nuestros penes comenzaron a controlar a nuestros cerebros cual ultracuerpo y lentamente, el ansia de salir, beber e intentar relacionarse con humanos del sexo opuesto fué haciendo mella en el grupo. Algunos abandonaron a la primera de cambio y otros resistieron un poco más, pero el quedarme solo era inevitable. Afortunadamente, yo era positivo y vi en esa deserción masiva la oportunidad para superarlos a todos. El plan era simple: Mientras ellos comenzaban una vida de diversión y nuevas emociones yo entrenaría solo, aburrido y triste con la única intención de que llegara un día en el que pudiera demostrarles mis progresos y que ellos se sintieran humillados ante la grandiosidad de ese al que llamaban rezagado y arrepentirse del nuevo camino que habían tomado.
El positivismo no está reñido con el ego para nada.
Perfectamente podríamos haber muerto todos de viejos sin que ese dia llegara, pero no fué así. Estando en el instituto alguien organizó una carrera de bicicleta de montaña y esa fué mi oportunidad.
La cosa no podía ir mejor; Allí estabamos todos. Mi antiguo grupo, algunos desconocidos con pinta de no tener demasiado fuelle y hasta el flojeras del instituto: Un tio enclenque y que se cansaba de pestañear pero que casualmente tenía una bicicleta en su casa y nada mejor que hacer. Y allí, sobre la colina, con mi brillante bici cromada y mi media melena al viento estaba yo, mirandolos con aire de superioridad y una sonrisa confiada en mi faz.
Había llegado la hora de la verdad.
No voy a recrearme en detalles ni explicaciones innecesarias. Solo decir que llegué el último a una buena distancia del flojeras oficial (hasta ese dia) del instituto.
Los dias siguientes los pasé meditando hasta que llegué a la conclusión de que el esfuerzo no sirve más que para cansarse, la ilusión para frustrarse y los sueños para despertarse y lamentarse por seguir existiendo en un mundo tan mediocre.

Los panes y los penes

Hoy me he metido en una de esas páginas de videochats aleatorios, donde te enfocas la webcam al careto y esperas a que aparezca otra persona con la que charlar. Es absurdo, lo sé; Con la cantidad de gente interesante que uno puede encontrarse por la calle y todo eso, pero me ha vencido la curiosidad y el afán de conocer personas de otros países y aprender un poco de su cultura, lengua y forma de vida.
Pero en lugar de eso me he encontrado con una galería interminable de penes ávidos de carne femenina. Como yo de carne femenina estoy mas bien falto, no dejaban de desconectarme a los escasos segundos de conectar y así frenéticamente hasta que he salido de la página.
Asi de pronto me ha venido a la cabeza la depravación que conlleva el anonimato de internet y cómo los hombres se dejan llevar por sus bajos instintos exhibicionistas y otras gilipolleces; Pero entonces he recordado mis dias de juventud en el instituto y me he dado cuenta de que estas cosas han existido siempre. Y ahí va el flashback:
Estaba yo "estudiando" electricidad en el instituto de FP del pueblo; En clase eramos una veintena de tios descerebrados y con un 98% de hormonas en sangre que solo pensabamos en cosas raras relacionadas con el sexo, videojuegos o pelis de ninjas. La clase de prácticas era una gran aula cuyas ventanas traseras daban directamente a las ventanas del instituto de bachillerato en cuyas clases habían unas cosas llamadas chicas a las que nadie conocíamos pero nos atraían como la miel a los osos. Los que estabamos mejor de la cabeza nos limitabamos a mirar tímidamente y saludar de vez en cuando pero algunos otros, bastante más perturbados tomaron por costumbre sacar la polla por la ventana cuando nuestro profesor no miraba y animar a las chicas a enseñar a su vez sus pechos. Ya entonces, al igual que ahora, ninguna enseñó nada.
Y eso me ha llevado a pensar que las cosas, por mucha tecnología o capas de pintura que se les echen encima, no cambian nunca. la condición humana siempre es la misma y al final, se le da el mismo uso a una ventana que a una camara web. Lo único que cambia es la magnitud del acto. En la ventana te vven las personas que caben frente a ella, pero a través de internet, un simple pene puede viajar por todo el mundo. Puede que nunca viajemos a Malasia, a la India o a perú, pero nuestro pene si puede llegar hasta allí aunque solo sea por un segundo. Y no solo eso, no. Un pene navegando por la red mundial se encontrará con otros penes, quien sabe de qué color, tamaño y procedencia y se saludarán en silencio, como solo los penes saben hacer, para después proseguir con su viaje cibernético. Si señores; el futuro no son coches voladores ni visitas extraterrestres; El futuro son penes formados de ceros y unos viajando a la velocidad de la luz.
Como estrellas fugaces.
Lágrimas de los dioses.

martes, 22 de noviembre de 2011

Hace un rato he puesto la MTV a ver si salía el culo de la Beyoncé y me he encontrado con un videoclip de Gary Moore y Phill Linott. Lo primero que he pensado ha sido "Coño, joder, cojoner, estos dos se han vuelto a juntar, que grandioso.". pero mi emocion se ha desvanecido cuando he recordad que ambos están muertos.
Pero siempre nos quedará el pasado.

sábado, 12 de noviembre de 2011

Un apunte literario.


Recientemente ha sido publicado el libro "Bocados Sabrosos" por la Asociación cultural de Escritores/as noveles. Dicho libro recopila hasta 300 microrrelatos de otros tantos escritores noveles entre los cuales me encuentro yo. Los que me conozcais sabreis que llevo muchos años escribiendo relatos más o menos largos (sin tener nada que ver con los reyes magos ni nada de lo que publico en mis blogs) y ésta es la primera ocasión en la que me publican algo en papel. me hace ilusión, lo reconozco, a pesar de que no són más que cuatro líneas y que como siempre, me queda la sensación amarga de ver cómo el microrrelato ganador no tiene la calidad que yo esperaría.
Pero esto es lo de menos. El libro está ahí y se puede pedir en la página web de la librería Argot de Castellón http://www.argot.es/ , donde el dia 3 de diciembre será la presentación del mismo o (como he hecho yo) preguntando en cualquier otra librería del mundo a ver si hay suerte.
Y ahora, para que nadie se sienta con la obligación de comprarselo para quedar bien conmigo, paso a publicar mi microrrelato tal y como viene en el libro.

Intentando derribar un muro de hormigón con el poder de su mente, se hernió.
Cuando volvió del médico tuvo que decir a su familia que se lo había hecho con la bombona de butano.
No podía dejar que descubrieran que era un soñador.

viernes, 11 de noviembre de 2011

El incidente de Belén (Baltasar pt1)

La muchacha, completamente desnuda estaba acostada boca abajo en la cama; Su cabello era rubio y su piel blanca como la nieve estaba cubierta por pequeñísimas gotas de sudor que brillaban bajo la luz de los focos. Giró la cabeza y se incorporó ligeramente dejando entrever sus generosos pechos para mirar directamente al hombre que estaba de pié junto a ella. Era Sam; Alto, fuerte y su piel negra como el carbón; Su miembro viril, todavía semierecto colgaba hasta sus rodillas demostrando que a veces, algunos tópicos raciales son ciertos.
-¿Te he hecho daño? –Le preguntó Sam a la muchacha.
-Tendría que haber sido una yegua para que no me doliera eso. –Respondió ella señalando con la vista a su entrepierna y después sonrió y le dio un pellizco en el trasero.
Sam sonrió al ver que se lo había tomado bien y salió del decorado cubriéndose solo con una toalla para meterse en un camerino. Había llegado hacía relativamente poco a los Estados Unidos pero muy pronto se interesó por la industria del porno y se instaló en Silicon Valley; tras unas cuantas apariciones en películas del montón estaba rodando la que sería su mayor éxito: “Tócamelo otra vez, Sam”, destinada a convertirse en un gran clásico a la altura de “Garganta profunda” o “Debbie does Dallas”.
Estaba aseándose para la siguiente escena cuando un mensajero le trajo una carta extraña; En el interior de un sobre ordinario de correos había otro, y otro y otro, cada vez más viejos hasta revelar una nota escrita a mano en un pergamino amarillento. Sam la leyó con interés pues iba dirigida a un tal Baltasar, y hacía más de dos mil años que nadie se dirigía a él con ese nombre.
-Treinta minutos para rodar, Sam –Le interrumpió alguien desde la puerta.
-Tendremos que rodar la última escena ahora mismo- Respondió él. –He quedado con dos viejos amigos.

miércoles, 2 de noviembre de 2011

El incidente de Belén (Gaspar pt3, versión extendida)

Acurrucado en un rincón del sótano, Gaspar observó cómo su inquilino subía las escaleras y desparecía; Le había indicado a la perfección donde encontrar las llaves necesarias para salir de allí y ahora solo podía esperar a que regresara... si es que regresaba.
Melchor avanzaba por los largos pasillos y las enormes salas del palacio como un felino saliendo de caza; Solo que en este caso él era la presa. Aquí y allá podía oír los pasos de quienes le buscaban, como sabuesos sin mente olfateándole por todas partes. Afortunadamente, durante el tiempo pasado como fugitivo, Melchor había aprendido a moverse en silencio y a evitar las miradas de todo el mundo.
Pronto llegó a la galería de arte: Una amplia sala que tenía expuestas a por doquier multitud de objetos de arte, antigüedades y curiosidades. "Mariconadas" pensó Melchor, que en su nueva vida había aprendido a detestar toda posesión material no imprescindible para la supervivencia. Desgraciadamente tenía dos problemas: Gaspar no le había dicho dónde exactamente estaba la llave azul y había alguien más en la estancia. Caminando sin rumbo entre esculturas, cuadros y pergaminos había un hombre, un campesino que vara en mano sospechaba que su presa estaba cerca. Melchor rápidamente priorizó; se acercó sigilosamente al individuo desde atrás, ocultándose tras un gran elefante peludo disecado y saltó sobre él agarrándolo del cuello; el pobre desgraciado no tenía ninguna posibilidad pero trataba desesperadamente de asestarle un golpe mortal con su trozo de madera. No lo logró. Melchor dejó el cadáver en el suelo sin hacer ruido y comenzó a inspeccionar el lugar. No había nada que pudiera contener algo; Ni armarios, ni cajones, ni nada parecido; Pero por suerte se fijó en un detalle curioso: En una de las paredes había tres pedestales con pequeñas gárgolas en su parte superior; pero curiosamente éstas no estaban alineadas entre sí. Tal falta de estilo no era propia de Gaspar, así que se acercó a ellas y empujó una hasta alinearlas con las otras dos. Como por arte de magia la boca de una gárgola se abrió revelando una llave metálica de color azul.
Ya con la llave en su poder subió al piso superior. Solo un largo pasillo lo separaba del estudio de la puerta azul pero en él se encontraba el servicio completo del palacio: El nuevo mayordomo, el cocinero y su pinche, tres doncellas encargadas del aseo y la limpieza y cuatro mozos polvorientos y fornidos; Todos ellos con esa mirada perdida característica de quienes Dios ha bendecido con el odio eterno e inexplicable hacia el hombre que estaba ente ellos. No había otro camino ni otra opción. Melchor se concentró una vez más mirando hacia el pasillo abarrotado de gente potencialmente homicida y supo que solo le quedaba una carta que jugar. “El torbellino de muerte” sería más o menos la traducción de lo último que le enseñó su maestro. Nunca había llegado a dominar esa técnica pero ahora no tenía otra alternativa. Se concentró, cogió algo de carrerilla y saltó mientras abría sus piernas en un ángulo de 180º al mismo tiempo que giraba a toda velocidad sobre sí mismo. Fué muy confuso. Cuando recuperó su postura natural estaba en el otro extremo del pasillo, algo mareado, confuso y descalzo. Detrás de él había dejado un rastro de cuerpos, dientes y sangre, así como mobiliario destrozado y paredes desconchadas. Quizás “Torbellino de muerte” si era una traducción correcta.
La puerta azul se abrió suavemente y Melchor entró en el estudio de su compañero. Ese era el refugio privado de Gaspar y en él todo guardaba un riguroso orden que duró pocos segundos. En un pispás todo estaba por los suelos, alborotado y roto y la llave roja no tardó en aparecer. Ya con ella en la mano, se disponía a salir de la sala cuando un extraño crujir lo alertó. Era como los pasos de un gigante que se acercaba como un toro enfurecido, pero no podía ver a nadie. Repentinamente, dos manos del tamaño de palas atravesaron la pared del estudio y lo agarraron directamente por el cuello; Melchor no podía deshacerse de la presa y pronto supo el porqué. Un hombre gigantesco atravesó la pared como si ésta fuera de papel y le apretaba el cuello mientras le zarandeaba hacia un lado y hacia otro. En pocos segundos Melchor tenía la espalda contra el suelo, con el gigante apretándole más y más la garganta y la vista se le comenzaba a nublar por falta de oxigeno. Entonces lo vio, debajo de una mesa-escritorio; una forma extraña, irregular, pero con un brillo puro de radiante dorado. Extendiendo el brazo hasta un límite insospechado lo agarró y comprobó que era lo que él pensaba: Un zurullo de oro macizo. Apretándolo fuertemente con la mano golpeó con él la cabeza del gigante. Una vez, dos, tres, hasta que la sangre comenzó a botar de su cabezota, sus pupilas se perdieron en algún lugar de su frente y la presa de sus manos se aflojó. Melchor se levantó y tiró el excremento al suelo con un poco de asco. “Eso tiene que doler” pensó, y volvió a bajar al sótano.
-¿Has... tenido algún problema? -Le preguntó Gaspar sin demasiadas ganas de oír la respuesta.
-No demasiados, pero creo que deberías de ir pensando en cambiar el personal de servicio al completo.
Recuerdo que cuando tenía 14 o 15 años, en pleno despertar sexual, me sentía atraído por las chavalas de mi edad pero no era capaz de fijarme en las que eran ligeramente mayores. No se exactamente a que se debería pero sentía una especie de desgana que no me dejaba verlas como hembras deseables por mucho que lo intentara. Quizás las veía como algo tan inalcanzable que ni pobre "celebro" hiperhormonado ni siquiera se molestaba en crear cualquier tipo de ilusión o fantasía. De hecho, si veía una tia conduciendo un coche, por muy rebuenorra que estuviera, no le hacía caso; más de 18 años estaba fuera de mi límite.
Cuando superé a la veintena la cosa cambió ligeramente. Por supuesto que me gustaban las de 18, faltaría más, pero mi materia gris, ya mas calmada, me permitía fijarme como dios manda en las chicas que eran varios años mayores que yo. La cosa parecía normalizarse.
Pero ahora supero los 30 y algo me preocupa. Me siguen gustando las de 18 y mis miras han aumentado hasta señoras casadas y con hijos que rozan la siguiente década. Dicen los expertos que a medida que uno envejece va ampliando su espectro de gustos, pero vamos a ver... ¿Que pasará cuando tenga 40? ¿Y a partir de ahí? ¿Me gustarán las ancianas y las niñas? ¿En qué clase de monstruo voy a convertirme?


Y la gente ahora me llama raro por jugar a rol...
Hace pocos dias y por motivos que no vienen al caso, me convertí en "dueño" de un perro. Yo nunca había tenido uno y paso estos dias con nuevas actividades como acariciarle la barriga, ponerle agua o pasearlo. Y hoy, paseandolo por el camino de detrás de mi casa lo he mirado y me he puesto a pensar.
He pensado en qué debería enseñarle a ese pobre animal desconocedor de las costumbres y la convivencia humanas. Lo normal es que aprendan a obedecer las órdenes de sus amos, a darles la patita, a sentarse, a esperar y cualquier cosa que pueda ser útil para un ser humano. Lo he pensado y me ha parecido egoísta. ¿Por que condicionar el comportamiento de un animal libre con comportamientos humanizados? Y mi "celebro" de pronto ha dado un vuelco sobre si mismo y he pensado en algo diferente.
¿No sería mejor en lugar de "humanizar" a un perro, aprender de él? De este modo quizás sabríamos ser más libres, despreocupados y felices. Si, si, felices. Sin estrés, sin dolores de cabeza ni horarios ni otro tipo de problemas derivados del órden y la racionalidad de la que debemos hacer gala continuamente. Y como no, he visualizado una escena idílica:
Yo paseando por la calle con libertad perruna, alegre y libre de cuanto me agobia. Y entonces veo a una hembra de mi misma especie (claro, tampoco hay que pasarse con las libertades) y caminando directamente hacia ella me amorro a su entrepierna tratando de adivinar si es una hembra receptiva o mejor voy en busca de otra. Ni "Hola me llamo tal", ni "estudias o trabajas", ni "qué te gusta hacer en tu tiempo libre si es que lo tienens y te gusta hacer cosas"... El mundo idílico para cualquiera. Pero claro, ella no entiende todo esto del perro porque no lee mi blog y mi comportamiento le parece grosero por lo que en dos segundos me encuentro en el suelo con un fuerte dolor de testículos y un tacón de aguja clavandose en mi yugular mientras me esfuerzo en vano por lanzar un ladrido de disculpa. Fin de la escena.
Asi que nada, mejor dejo las cosas como están. Que mi perro se comporte como un perro y yo hare lo propio con mi humanidad. Eso si, no puedo garantizar nada.

Publicado en "Mediocridad" este mismo veranito.

martes, 1 de noviembre de 2011

El incidente de Belén (Gaspar pt3, versión corta)

Acurrucado en un rincón del sótano, Gaspar observó cómo su inquilino subía las escaleras y desparecía; Le había indicado a la perfección donde encontrar las llaves necesarias para salir de allí y ahora solo podía esperar a que regresara... si es que regresaba.
Los pasos amortiguados de Melchor desaparecieron pronto en el piso principal y a partir de allí los minutos se convirtieron en horas y las horas en dias. Por suerte no hizo falta seguir exagerando ni estirando el tiempo ya que pasado un tiempo indeterminado, oyó de nuevo los pasos, la puerta se abrió y Melchor entró de nuevo en el sótano con la llave roja en su mano. Sonreía pero tenía el pelo alborotado, la ropa manchada de sangre y sus botas reforzadas con metal habían desaparecido.
-¿Has... tenido algún problema? -Preguntó Gaspar sin demasiadas ganas de oír la respuesta.
-No demasiados, pero creo que deberías de ir pensando en cambiar el personal de servicio al completo.

NOTA IMPORTANTE: Esta es la versión breve de este capítulo. He recibido algunas críticas negativas del relato en general y de Melchor en particular y no me he atrevido a detallar cómo consiguió las llaves y todo eso. Si alguien quiere leer la versión extendida que comente, que la pida y la tendrá. Sea como sea, en el proximo capiítulo, por fin, entra Baltasar.