lunes, 10 de octubre de 2011

El incidente de Belén (Melchor pt.2)

Un movimiento furtivo le despertó. Era como si alguien se moviera con pasitos muy cortos sobre la paja del suelo. Sus ojos tardaron unos segundos en adaptarse a la oscuridad y darse cuenta de que estaba rodeado de ovejas. Al principio se sintió tranquilo pero rápidamente notó algo extraño; Eran sus ojos, fijos en él y con esa expresión que ningún animal puede reproducir: Odio. ¿Podía ser cierto? ¿Podía ser que la ira de Dios llegar atan lejos como para hacer que hasta los animales más inofensivos quisieran verle muerto? Melchor decidió que no quería quedarse allí para comprobarlo.
Se levantó de un salto y se agarró a la parte alta del cobertizo para ponerse fuera del alcance de los animales; Su cuerpo aún entumecido por las escasas horas de sueño le dolía como nunca y cuando se tensó en busca del impulso para subir, notó que algo se lo impedía. Una de las ovejas le había enganchado el pantalón con un mordisco y tiraba de él con fuerza hacia abajo. En condiciones normales se habría zafado de ella sin dificultad, pero esas no eran condiciones normales. las fuerzas le abandonaron y cayó al suelo de espaldas. Tumbado, dolorido, sin aliento y por qué no decirlo, asustado, miró a los animales que le rodeaban: Cinco ovejas grandes, mal esquiladas y con rabia en sus ojos. Pero no podía morir aún. No de este modo.
Reuniendo la sfuerzas que le quedaban, giró sobre su espalda a la vez que abría las piernas, girando como un molino y logró golpear a dos de las ovejas en la boca, dejandolas aturdidas. Se levantó de un salto justo a tiempo para evitar un mordisco directo a los genitales y agarró a la oveja por una pata trasera. tenía l avista nublada, ya no distinguía la schurras de las merinas pero no iba a dejarse vencer y girando sobre sí mismo sin soltar al animal cogió velocidad y estampó a la oveja contra una compañera, dejandolas hechas dos ovillos de lana en un rincón.
Ahora solo quedaba una pero él era practicamente nadie. la oveja bufó como si fuera un toro y melchor la miró directamente a los ojos. Era hora de poner en práctica lo que su maestro le había enseñado. Todos le tomaron por un excéntrico cuando hizo venir a un maertro del Kung-Fu desde el lejano oriente para enseñarle sus secretos, pero tenía el presentimiento de que en algún momento necesitaría de esos conocimientos. Y había llegado ese momento.
La oveja retrocedió unos pasos para embestir con todas sus fuerzas y Melchor aprovechó el momento para concentrarse. Debía reunir toda su energía, su "chi" como lo llamaba su maestro en un único punto de su cuerpo. Mente en blanco. "Concentlate, enfoca, leúne cada gota de tu sel y concentlalo en la punta de tus dedos", decía el maestro.
Cuando lo hubo logrado la oveja ya corría hacia él. Era ahora o nunca. Con un movimiento firme tocó con las puntas de los dedos la frente del animal, cuya cabeza estalló en mil pedazos creando un grotesco mosaico en el suelo del cobertizo.
Las cosas se habían puesto muy mal, y él sabía que solo una persona en el mundo podía ayudarle.

Próximo catípulo: Gaspar.

2 comentarios:

  1. ¡Esto engancha más que Dexter! ¿Qué nuevas aventuras deparará el futuro (futuro ancestral en este caso) al intrépido Melchor? No puedo esperar al próximo capítulo...

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  2. Menos mal que alguien comenta aquí porque creía que esto no lo leía nadie.
    Ya verás, ya, las aventuras que depara el futuro (literalmente, nada de ancestral). ya verás, ya. Ya verás.

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