jueves, 29 de septiembre de 2011

Primera entrada dedicada a la paternidad publicada en Abril de 2010.

Cuando creé este blog me prometí no escribir sobre mi hija, que estaba en camino, ni sobre todo eso que representa la paternidad. Siempre me han parecido exagerados los padres que idolatran a sus hijos, y especialmente, los que pretenden que los demás compartamos su fantasía. Un crio es un crio y a nadie debería importarle más allá de eso. Hay que entenderlo aunque cueste: Los niños solo gustan a sus padres. Todos los demás fingen.
La cuestión es que después de visitar blogs dedicados enteramente a un crio, mostrando su evolución desde el espermatozoide hasta que éste tiene uso de razón y rechaza a sus padres por haberle hecho un blog sin su permiso, y después de oír los consejos de decenas de padres que disfrutan sintiendose superiores ante el que todavía no lo es, he decidio si hablar de la paternidad, puesto que hay algunos mitos con los que quiero acabar. O por lo menos con la idea de que son universales.

El primero, y que mas me afectó fué el que dice que cuando uno ve la cara de su hijo/a por primera vez, toda su vida, valores, anhelos, sueños y esperanzas cambian para siempre. No sé si alguien siente realmente eso, y si es así lo respeto, pero a mi me parece que ahí se ha exagerado mucho. Cuando me asomé para ver salir a mi hija vi muchas cosas traumatizantes para mi, pero nada de mágia.
Lo malo fué que me sentí mal. Pensé "Mi hija ha nacido hace cinco minutos y ya soy un mal padre".
Y todo por culpa de los consejos que nunca pedí.

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